RECUERDO PERFECTAMENTE EL EPISODIO
DE AQUELLOS CRÍMENES MONSTRUOSOS…
Sólo quiero agregar un dato. Una referencia que me tocó vivir.
Era una época de efervescencia particular en la sociedad argentina. Latía en los sectores concientizados de la juventud obrera y universitaria, un sentimiento de rechazo profundo a la sucesión de dictaduras militares que siempre fueron sostenidas y financiadas por la CIA y por los poderes mandantes en los EEUU.
Desde la tristemente célebre “Revolución Libertadora” -aquella que tumbó a Perón en el año 1955-, la derecha militar (el llamado “Partido militar”) no cesó de conspirar y tumbar gobiernos civiles.
Así, en breve síntesis, terminaron con Frondizi -que no sólo había traicionado sus ideales juveniles sino que apostó fuerte al servilismo con los EEUU-; posteriormente -y luego de un interregno lamentable donde el Dr. Guido fue marioneta obligada de los militares facciosos-, se ensañaron con el decente gobierno del Dr. Illia, un “radical” que había asumido la primera magistratura con la proscripción del peronismo, pero que tuvo el valor de enfrentarse con las multinacionales de los medicamentos y que derogó la entrega vergonzosa de la explotación petrolera que favorecía a las empresas yanquis orquestada por Frondizi.
De esa manera, los argentinos presenciamos y sufrimos la llegada de un fascista vulgar y salvaje, el general Onganía. Éste sucumbió en sus contradicciones como consecuencia del heroico movimiento popular que tuvo lugar en Córdoba, conocido como “el Cordobazo” y a cuya cabeza se colocó el inmortal, talentoso y preclaro dirigente obrero del Sindicato de Luz y Fuerza, Agustín Tosco y el estudiantado universitario cordobés.
La dictadura de Onganía prosiguió su rumbo cambiando de mascarón de proa. Apareció el general Levingston -militar mediocre de derecha que revistaba como agregado militar en la embajada argentina en Washington-, y que fue traído de los EEUU por la “interna” de los sediciosos, entre los que ya militaba con fines “presidenciables” el gorila de Agustín Lanusse.
Es durante el gobierno de este último que se produce la masacre de Trelew.
Para evitar un largo comentario que puede resultar pesaroso para los participantes, quiero señalar que tres de los asesinados fueron velados a cajón cerrado en el Comité Justicialista de la Avenida La Plata, a tres cuadras de la importante avenida Rivadavia. Yo presencié con mi joven esposa de aquella época todo el suceso.
Allí nos congregamos más de tres mil jóvenes para homenajear a estos mártires. Luego de varias horas y cuando se intentó abrir los féretros para determinar la forma en que habían sido asesinados, apareció el temible fascista conocido como el comisario Villar al frente de sus sicarios de ultraderechas y con todo el aparato represivo montado por la Policía Federal. Tanquetas, perros feroces y caballada. Gasearon y tirotearon a la multitud con centenares de cartuchos con postas de goma. Multitud que había permanecido pacíficamente en esas cuadras frente al Comité y en homenaje a los masacrados.
Cuando lograron disolver con una brutalidad inusitada a los jóvenes militantes, procedieron a arrastrar por el suelo de la avenida los ataúdes que luego fueron cargarlos en un camión policial y evitar -de esa manera infame-, que se los sepulte con dignidad en una extraordinaria muestra de valor cívico, sentimientos y respeto.
Postales de aquella época siniestra, donde militar en las juventudes revolucionarias era una constante invitación a la reprimenda bestial, al crimen alevoso y, en el mejor de los casos, la cárcel.
Entre aquellos mártires que procedían de distintas vertientes del campo popular y revolucionario, se encontraba la esposa de Roberto Santucho, Ana María Villarreal. Es la chica que se ve en el extremo derecho de la foto que publica en esta página “Cubadebate”.
Santucho y esos compañeros que pretendían un mundo mejor, jamás tuvieron un homenaje de la débil y aparente democracia que luego de años amaneció en la Argentina.
Villar, en cambio, posteriormente y a la llegada del general Perón a la Argentina, fue elegido por el núcleo fascista de su Partido (el PJ) para formar, dirigir y poner en “servicio” a la espeluznante logia de asesinos que fue conocida como “Triple A” y que fue la responsable de miles de crímenes espantosos. La inmensa mayoría de ellos permanecen en la más absoluta impunidad.
AHORA UNA PREGUNTA A QUIENES PRETENDEN VER EN LA REVOLUCIÓN CUBANA,
UNA SUPUESTA Y CRUEL CONCULCACIÓN A LAS LIBERTADES…
¿Pasó alguna vez en Cuba -durante la Revolución-, algo semejante?…
Vale aclarar que luego del último golpe militar (1976) la “Triple A”, integrada por criminales del más variado y repulsivo origen, se integró a las fuerzas de represión de la dictadura que secuestraron, torturaron y desaparecieron alrededor de 30.000 opositores. Lo mismo ocurrió en Uruguay, Chile, Bolivia, Brasil, etcétera.
Detrás de estas masacres, siempre, los gobiernos yanquis. Tanto “republicanos” como “demócratas” y, por supuesto, toda la milicada guerrerista y el Pentágono. Los mismos que hablan de “libertades” para Cuba.
“LIBERTADES”
Más de uno que habla de “dictadura” en Cuba -entre ellos el diario franquista “El País” o el “Clarín” de Buenos Aires-, deberían recapacitar antes de conferenciar tantas sandeces.
Claro, se entiende, en el directorio de esas publicaciones hay, todavía, cómplices disimulados de aquellos horrores de los que hablo. Entre ellos, ya lo dije, la mismísima directora del diario de la Capital argentina.
Comprendo que en Cuba -y merced a la amenaza constante del tremendo enemigo imperial-, la vigilancia revolucionaria no puede andar regalando un sistema de “libertades” como los que aquí se pregonan.
Es perceptible y patriótico. Esas “libertades” que algunos le reclaman a la Revolución son potenciales -muy tenues y engañosas-, cuando los gobiernos son serviles al imperio. Y el de Cuba… ya se sabe que no lo es.
Que cese el bloqueo criminal a la isla, también las conspiraciones y los planes de magnicidios a los líderes cubanos y sudamericanos; que liberen a los “Cinco” antiterroristas que tienen en sus mazmorras y encarcelen a los verdaderos extremistas; que dejen de mortificar a los pueblos con sus guerras de “exportación”; que desistan de expoliar naciones y de amenazarlas militarmente. Que dejen al mundo en paz y cesen con su inadmisible intervencionismo para justificar latrocinios y brutalidades…
Y, por si falta algo, que cesen de proteger en su repugnante ciudadela de lujo y placer a bastardos asesinos como este argentino de que nos anoticia “Cubadebate” …
Seguramente, después de eso, vendrá en todo el mundo una oleada de “libertades” y de paz.
Buenas noches y perdón por lo extenso de mi comentario.
Gracias.